mayo 19, 2015

Poema - Canción de las humanas magnolias (2014)

Poema - Canción de las humanas magnolias, 2014. 


Canción de las humanas magnolias


a Leopoldo María Panero
Es esta maldita obsesión por las palabras,
esta búsqueda inteligible que heredé de mis padres,
lo que arrastra mis pies cada día,
lo que supura en los labios hasta ser música,
el eco y el murmullo de mis pensamientos,
el cruel murmullo idóneo;
dónde quedan esparcidas las notas escritas con heces,
dónde se desvisten y bailan antes de hundirse los días
en la nostalgia y el placebo de esperar.
Y mis hermanos, animales ciegos, frutos coléricos,
estatuas del salitre que les brota del cuello
para recordarles que nada pueden, que no deben hacer nada
para alcanzarnos en el abismo,
en la obsesión de la mente que duele,
Todos ellos, celestiales hijos de la puta de Babel
redimida a golpes, la fuerza de tener esperanza,
se apartan al presentir la peste de sus bocas quietas,
que los rodea, los devora, los consume,
mientras les parte los brazos para darles alas.
La piedad es una herramienta pobre de los que temen,
el peldaño último del cadalso que el campesino martilló
antes de anudar en su cuello la hermosa cuerda.
Todo hombre.
A mis pasos llegan las hojas reventadas
de la tarde que anhela ser estío siempre,
pequeñas venas enterradas en la carne del mundo,
sin la fortaleza del torpe cristo ensangrentado
que cae de rodillas en la inmundicia de su propio llanto,
abatido por su inocente soledad,
y que se abren como un hermoso regalo.
 Mezcladas con el plumaje de las hadas eléctricas
Que huyen a copular con los cuervos,
cuerpos que gestan el feto canceroso de la espera,
las palabras se desprenden de la lengua,
se adentran por entre las oraciones y los objetos,
completando su mística complementaria,
su artificial manera de existir fuera de la mente;
y yo me siento a observarlas, a tocarlas en el vidrio,
como si mis dedos fueran la extensión de esas ramas
torcidas que buscan entre el follaje,
entre las mujeres y los dioses que se parten
lujuriosamente para que les posea la vida,
pero que sólo encuentran el espeso contacto de la carne
cayendo por la quijada. Esperan.
Esta voz que trata de convertirse en algo más
se sofoca en cada gemido, se desbarata,
en el intento de transmutarse sin piedra ni rezo.
Hay flores que escapan bajo las piedras, explotan
en un éxtasis fanático, frenético, fractal,
arrojadas a la insípida muerte de la contemplación,
que es esa molestia del mundo que las mira.
Una tras otra cometen el acto suicida, numeradas,
esperanzadas de hallar sentido a su estupidez,
a cada instante esperando lo distinto.
Y lo escucho, a todos ustedes, a aquellos
los de la respiración pesada,
los aplastados por el peso de su cuerpo,
los que sueñan con encontrar la claridad en la simpleza,
sin dejar de ser nunca un trozo de cristal, escucho
sus pecados llenos de la gala del aforismo
eternamente mal pronunciado

con que se cubren el sexo y las manos.

E. Adair Z. V.

Incluido en la antología "Lo poéticamente Incorrecto. Antología de versos en homenaje a Leopoldo María Panero. MiCielo Ediciones, 2014, México, Libro-objeto, Colección Bolsa de Pan. 50 ejemplares."


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