(A Danny y Juanito)
La distancia del mar golpe la arena,se abalanza con sus deseos epicúreos
sobre la sal
hasta que cubre uno y otro confín del horizonte,
sólo entonces hay lugar para su crecida;
el ruido, que se confunde con las palmeras,
imita las manchas de las cáracolas
bajo el agua.
Perdidos en esas leguas de azulada mansedumbre
los escolladeros se elevan, firmes e inclementes
con el viento que silba sobre ellos.
Esta es la plenitud del mar,
de aquel espejo salino que contempla las aves,
nadando a través de la bruma;
ahora mismo una parvada quiebra su formación,
dibuja círculos a la mitad del aire
que les sostiene.
La coreografía acuática su magnificencia da a las olas
que atracan sobre la playa
para retirarse con un trémulo gesto.
Es el ritmo de los días,
que llegan y marchan, tan callados,
el ruido, sea quizás memoria,
sea quizás también deseo.
Ixtapan, 2010. E. Adair Z. V.