abril 08, 2014

Comentario - La cosa; ¿quién anda allí? (Jhon W. Campbell, jr.)


Alguna vez escuche en la universidad a alguien decir que no le gustaba la literatura fantástica porque era un desperdicio de tiempo, debido a que no tiene ninguna aplicación práctica. Interesantes palabra de una persona cuya vida no tiene una aplicación práctica. Y ¿por qué recordar semejante pasaje de la estupidez mexicana? Porque amo la literatura de ficción, la ciencia ficción en especial, y la manera en que han impactado el mundo. Las historias de terror de ciencia ficción son hermosas porque son poco reales, pero son creíbles. Hablan de un escritor que cuando menos pregunta que es la física para transcribirlo y sonar inteligente, o que se pone a aprender el sistema métrico si es angloparlante. Esa es la ciencia ficción, la ciencia llevada a los niños mediante la fantasía. Y lo amamos. Es de lo mejor que se puede leer, sin despreciar ninguna clase de libros. Porque se puede leer de economía o política, o ensayos sobre cocina italiana moderna cuando se es adulto, pero en la infancia, nada mejor que una historia maravillosa que se nos quede pegada en la mente.

¿Y a qué viene todo esto? Porque en esta ocasión he leido una pequeña novela, o más bien, un cuento largo, de una de las historias más alucinantes de la literatura de terror fantástica. Literalmente, esta novela tiene todo: científicos, nieve, perros, alienigenas, hielo, científicos paranoicos, nieve, ausencia de pingüinos (pero que son mencionados con elegancia), la Antártida, un monstruo, científicos homicidas, y un monstruo que de pronto son muchos más y con tentáculos. Y lo mejor de todo es que fue publicada en 1938, por lo que es una historia impresionante. Reconozco que el nombre en español (La cosa) es mejor que en inglés, pero esto no demerita para nada su lectura. Los pasajes son menores que en los de una película del género, pero la tensión de la trama, el misterio del ataque, y la presión mental que sufren todos los personajes, la hacen una lectura excelente. Y no es exageración.

En 1951 salió una película en blanco y negro inspirada en este libro, pero con variaciones brutales, de manera que la historia del libro no se parece en mucho a la del cine, incluso con el re-make de Carpenter en 1982, y la precuela hecha en 2011. Y esto es algo que debe de llamar la atención de los amantes de las historias clásicas de terror, y del espacial en particular. La industria del cine y videojuegos ha retomado esta fuente y la ha modificado para hacerla atractiva a su manera, pero la historia original tiene ese sazón espeluznante de los cuentos bien relatados.

Quizá sea cierto que no es la mejor novela del género, o que en términos de la historia en un poco lineal. no obstante, es la maldita La cosa. Es decir, el resumen del miedo de una época en constante cambio, en un sitio que en la literatura ocupa un lugar espacial para el terror: las planicies blancas de la muerte helada. La historia es simple, y no guarda ningún misterio desde el comienzo. Y eso le da puntos. Garantiza que el lector conoce la situación desde el inicio, y que es uno más de la tripulación de la misión científica. A lo largo de sus páginas se lee la crudeza de la mente humana, que busca derrotar a un enemigo abrumador que puede imitar no sólo su apariencia física, sino sus propios pensamientos, e incluso superar su inteligencia. Este libro es un pasaje emocionante del cine americano de terror, y es también un valioso aporte a la literatura del género, ya que nos permite abordar la historia a profundidad, y disfrutarla hasta el fin.

No se puede hablar mucho de la historia sin hacer spoiler, pero ya que es una película de culto, tampoco es un misterio. Sin embargo, es una excelente opción para los niños, o lectura de una tarde. Sin lugar a dudas, vale cada pequeño párrafo en que está escrito.

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