Después de un año en lista de espera (o más), llega el turno de hablar de esta interesante novela. En este caso no puedo más que afirmar que es la primer novela que leo de este autor, y quizá la primera novela china que he leído en mi vida; y que por tanto, he leido traducida. Por esto es que me ha parecido tan interesante. Mo Yan, ganador de un premio Nobel en Literatura, explora un universo complejo de la vida en la tradicional China, donde la comida, el licor, y las costumbres nos muestran un mundo rico en complejidades, aunque no en buen gusto (al menos a para mí). Pero la novela va mucho más allá de eso.
En síntesis, la novela trata de tres historias, que se entrelazan de forma que la realidad de la ficción se suma a la realidad del autor, y también a la denuncia política de la "casta" privilegiada y corrupta del partido comunista chino. La primer historia, que es con la que abre la novela, es el viaje de un Detective de las Oficinas Centrales del Partido Comunista Chino, llamado Ding Gou'er, a la provincia de Liquorland (no ni quiero saber cómo la tradujeron en versiones de España, jajaja), para esclarecer los rumores de una secta caníbal en la región (que se especializa en niño. valga el spoiler). La segunda historia es una novela epistolar entre Li Yidou, un investigador de Licores y vinos, que además aspira a convertirse en un escritor tan digno como su autor favorito "Mo Yan", quien le responde sus cartas (en un acto poco humilde, dirían las vecinas). Finalmente, la tercer historia narra las tradiciones y la relación que guarda la cultura popular china con la comida y el vino. Lo cual es novedoso para lectores como yo, que desconocemos dicha cultura; aunque no siempre es tan agradable. Sin embargo, la maestría de esta novela permite que se disfrute a lo largo de sus páginas. Y aprovechando esto, Mo Yan nos deja ver la corrupción dentro del sistema político y de la administración pública entre los relatos.
No es de extrañar que permaneciera censurada tantos años, por esos amigos de la reforma cultural. Además, en el fondo todos siempre creímos los rumores de que los comunistas comen niños.
En síntesis, la novela trata de tres historias, que se entrelazan de forma que la realidad de la ficción se suma a la realidad del autor, y también a la denuncia política de la "casta" privilegiada y corrupta del partido comunista chino. La primer historia, que es con la que abre la novela, es el viaje de un Detective de las Oficinas Centrales del Partido Comunista Chino, llamado Ding Gou'er, a la provincia de Liquorland (no ni quiero saber cómo la tradujeron en versiones de España, jajaja), para esclarecer los rumores de una secta caníbal en la región (que se especializa en niño. valga el spoiler). La segunda historia es una novela epistolar entre Li Yidou, un investigador de Licores y vinos, que además aspira a convertirse en un escritor tan digno como su autor favorito "Mo Yan", quien le responde sus cartas (en un acto poco humilde, dirían las vecinas). Finalmente, la tercer historia narra las tradiciones y la relación que guarda la cultura popular china con la comida y el vino. Lo cual es novedoso para lectores como yo, que desconocemos dicha cultura; aunque no siempre es tan agradable. Sin embargo, la maestría de esta novela permite que se disfrute a lo largo de sus páginas. Y aprovechando esto, Mo Yan nos deja ver la corrupción dentro del sistema político y de la administración pública entre los relatos.
No es de extrañar que permaneciera censurada tantos años, por esos amigos de la reforma cultural. Además, en el fondo todos siempre creímos los rumores de que los comunistas comen niños.
Dentro de estas historias se nos muestra un mundo inverosímil, lleno de personajes extraordinarios y complejos, que nos llevan por callejones y leyendas, en las que se da un contexto de la riqueza culinaria de aquella nación, que resulta fantástica cual extravagante. En esta novela, el autor chino nos comparte algunas de las nociones sobre los ingredientes que se usan en distintos platillos, y en especial, la relación que han tenido con la sociedad a lo largo de su desarrollo. Algunos pasajes son bastante oscuros, y de difícil lectura, pero de gran aprendizaje. Además, la alegoría de los infantes es por demás obvia. La preocupación de este autor por el proceso de creación literaria, y la manera en que nos deja ver la naturaleza siempre política de ésta (que en este caso es mediante las revistas oficiales), nos dejan comprender que pese a las diferencias culturales, los escritores se enfrentan siempre a un estatuto oficial que limita el trabajo creativo.
Mo Yan nos permite adentrarnos en un mundo que a occidente siempre nos ha parecido irreal, y por eso mismo un tanto incomprensible, y en este caso es su riqueza culinaria, la tradición del vino, y el papel fundamental que este guarda con los destinos de los pueblos. Sin duda es un libro que vale la pena leerse, pero es necesario mencionar que no a todos les puede resultar agradable seguirlo hasta el final, ya que cumple con su objetivo central: ser polémico (incluso entre el choque generacional que está sufriendo esa nación).
Yo prefiero quedarme con los tacos de Don Tiburcio, el de la contra-esquina de la plaza de armas sin dudarlo, reviviendo algunos pasajes que me han dejado bastante impresionado.
Sin más, provechito.